A pesar del impacto, de la admiración que generan las llantas de grandes dimensiones con espectaculares diseños, calzadas con neumáticos de generosa anchura, lo cierto es que a la hora de mantener unos mínimos y recomendables cuidados estos continúan siendo unos grandes olvidados por parte del usuario. Resulta muy recomendable, por no decir que casi se trata de una exigencia por motivos de seguridad, invertir sólo unos minutos al mes para asegurarse de que los neumáticos se encuentran en perfecto estado. Hay que tener muy presente que constituyen el único punto de contacto entre el vehículo y el pavimento. Hay que dedicar sólo cinco minutos al mes para comprobar si llevamos la presión correcta en los neumáticos, sin olvidarse de la rueda de repuesto (caso de que forme parte del equipamiento). El fabricante recomienda dos presiones en función de si circulamos a plena carga o sin equipaje y, generalmente, podemos encontrar un adhesivo con esta información en la tapa del depósito de combustible o en el marco de las puertas. Una presión de aire excesiva produce un desgaste prematuro del neumático por la parte central de la banda de rodadura, reduciendo el agarre. Por el contrario, una presión por debajo de la recomendada desgasta los laterales de dicha banda, resta precisión y también adherencia. Además, el neumático se recalienta, desgastándose asimismo anticipadamente. Otra de las preceptivas operaciones a realizar es verificar el desgaste de la banda de rodadura, así como su estado. La profundidad mínima legal del dibujo es de 1,6 milímetros. Una forma sencilla de comprobarlo es recurrir a los indicadores de desgaste que están tallados en el dibujo del neumático. En diferentes puntos de los canales de la banda de rodadura existen unos pequeños testigos que, cuando quedan a ras, indican que ha llegado el momento de proceder al cambio de la cubierta. No menos importante resulta revisar la parte interior de la banda, ya que el desgaste puede ser irregular. Para facilitar esta tarea lo más sencillo es girar por completo la dirección hacia uno de los lados. A la vez que se procede a realizar esta revisión, debe prestarse atención a la localización de posibles grietas o abultamientos en los flancos producidos por golpes o simplemente por antigüedad. En el caso de encontrarse con alguno de estos supuestos habrá que evaluar si procede sustituir el neumático. Con el paso del tiempo y los kilómetros es posible que se desprenda alguno de los plomos de equilibrado de las ruedas o que el propio uso produzca un desequilibrio. Si aparecen vibraciones en el volante puede ser debido a esto, en cuyo caso conviene realizar de nuevo el equilibrado de las ruedas para que no se generen desgastes irregulares en los neumáticos. Hay que tener especial cuidado con los bordillos y con los baches muy pronunciados puesto que pueden dañar las cubiertas. Conviene evitar golpes bruscos con los bordillos, pues aparte del deterioro material también pueden modificar el paralelo, lo que restaría precisión a la dirección a la vez que produciría desgastes anormales en la banda de rodadura.