Con el paso del tiempo, el neumático puede perder elasticidad y cristalizase, debido al deterioro de sus propiedades químicas. Según explican desde la asociación Open Neumáticos y adelantan desde Infotaller, en este estado se reduce drásticamente la adherencia, aumentando la distancia de frenado y la probabilidad de sufrir aquaplaning en caso de lluvia. En definitiva, comprometiendo la seguridad del vehículo. La cristalización puede producirse cuando el vehículo pasa mucho tiempo a la intemperie, con altas temperaturas y radiación solar, con humedades bajas y por el envejecimiento del neumático. A la hora de reconocer este estado, desde Open apuntan que su aspecto no cambia, ni sufre un desgaste visual. No obstante, pierde el agarre. La asociación sugiere una sencilla prueba: hundir la uña del dedo en el dibujo del neumático. Si la goma está blanda y se puede hundir la uña, no está cristalizado. En el caso de que no se consiga hundir, los neumáticos están cristalizados y deben sustituirse. En caso de duda, Open recomienda consultar al mecánico de confianza, y recuerda que en general, se recomienda que un neumático que supere los cinco años de uso sea revisado por un especialista, y transcurridos diez años desde su fecha de fabricación, se sabe que ya no ofrecen la misma seguridad. Lo recomendable es evitar que los neumáticos reciban mucha radiación solar, se expongan a temperaturas extremas y evitar el uso de neumáticos con más de diez años de edad.